martes, 22 de noviembre de 2011

Ejercicio


Ernesto no se duerme rápido. Le cuesta. Decidió salir a tomar algo, para pasar el tiempo. Eran las cuatro de la mañana y el viento frío le apagó el fósforo con el que iba a prender un cigarrillo mentolado. En el bar se encontró a su novia de la primaria y después de tomarse un vino tinto se besaron. Luego de desnudarla en el hotel se dio cuenta de cuánto había cambiado: tenía tatuadas dos rosas en el pubis y una ve peronista en la espalda. Cuando terminaron ella se durmió y él prendió la tele. No funcionaba el cable y la imagen difusa era hipnótica. La miró, ella descansaba. Una expresión enigmática, con las cejas levantadas. Las veinte uñas pintadas de negro. Le dejó diez pesos para el taxi y se fue.

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