jueves, 12 de julio de 2012

Limonada y jugo de naranja en el verano de Tel Aviv


Ella Fitzgerald


Ponía Ella Fitzgerald bien bajito, movía las caderas y se iba para la cocina. Hacía de todo: mezclaba mayonesa con la ensalada rusa, bañaba en chocolate distintas tortas, batía crema para las frutillas. Todo al ritmo de una de las mejores voces del jazz femenino, como un ama de casa de otra época, de otro lugar.
Cuando termina se pinta las uñas mirando la novela de Juanita Viale. No sabía de que se trataba pero ay mamita querida que Gonzalo Heredia es un machote argentino. Qué ganas de que un hombre así la invite a tomar algo.
Base transparente, rojo Revlon y cobertura reafirmante. Pintarse las uñas es trabajo de hormiga.
Vivir sólo cuesta vida decía en sus zapatillas de la adolescencia y ese es el nuevo lei motiv de su vida. Al fin y al cabo, no se puede tener tantos años y estar sola. Los hombres no dicen presente como ventanitas de MSN, hay que buscarlos.